lunes, 17 de octubre de 2011

Severo Catalina del Amo


El pensador, jurisperito, hebraísta y periodista Severo Catalina del Amo (Cuenca, 6 de noviembre de 1832  - Madrid, 19 de octubre de 1871) procedía de una familia alcarreña de Budia, pero nació en Cuenca, porque el padre se hizo cargo de la mayordomía o administración de los bienes y rentas de su catedral; allí hizo sus primeros estudios, en el Seminario de San Julián, provisto de una excelente biblioteca nutrida en especial de libros modernos para lo que era usual en esos tiempos, en especial ediciones italianas del siglo XVIII, gracias a la donación antigua del obispo Alfonso Clemente de Arostegui, que ha había estado viviendo mucho tiempo en Roma; eso provocará en el muchacho una particular querencia por la cultura italiana que no es demasiado rara entre los castellanomanchegos. En 1845 marchó a Madrid  en 1845 se trasladó a Madrid para continuar su formación bajo la tutela de su hermano Gabino, años más tarde obispo de Calahorra, e inició en la Universidad Central las carreras de Derecho, en la que se doctoró, y Filosofía y Letras, en la que se licenció; al terminar la última obtuvo la Cátedra de Hebreo (1857) y se le encargó también revisar los manuscritos e impresos orientales de la Biblioteca Nacional; aún tuvo tiempo de empezar a militar en el partido conservador y en 1863 fue elegido diputado por Alcázar de San Juan y en todas las siguientes, la última por Cuenca, hasta 1868. Durante este intervalo fue (1864) Director General del Registro de la Propiedad y (1866) Director General de Instrucción Pública. Muy poco antes de La Gloriosa, entre febrero y abril de 1868, se hizo cargo de la de Marina en el último Gobierno de Narváez, y después ocupó el Ministerio de Fomento entre abril y septiembre en el Gabinete que cerró la presidencia de los moderados con Luis González Bravo. Estallada la revolución, acompañó al exilio a Isabel II y la soberana le encargó varias misiones confidenciales, una de ellas como representante de la reina ante la Santa Sede, en Roma. Se le atribuye la redacción del manifiesto de la depuesta soberana desde Pau a los españoles. En agosto de 1869 pasó a Biarritz; regresó a España en 1871, bajo el reinado de Amadeo I, y falleció el 19 de octubre de ese mismo año.


Empezó su labor periodística en El Reformador Conquense y después colaboró en las publicaciones madrileñas El Sur, El Estado (fundado por Ramón de Campoamor) y El Horizonte, que llegó a dirigir; también dirigió El Gobierno, que él mismo había creado. Fueron constantes en él la defensa de la ortodoxia católica y el moderantismo político contra los nacionalismos, el anticiericalismo y las convulsiones revolucionarias. Sin embargo resultó extraordinariamente revolucionario en la esfera conservadora neocatólica su defensa de los derechos de La mujer, hasta el punto que era posible en sus coordenadas ideológicas, a través de un gran ensayo con ese título, ampliado luego y muy reimpreso y debatido, abriendo una polémica que fue muy saludable para la sociedad española de su tiempo y aun después, habiéndose reimpreso muchas veces esta obra incluso ya casi a mediados del siglo XX. 


Póstumos vieron la luz entre 1876 y 1877 seis volúmenes de sus Obras completas: La mujer en las diversas relaciones de la familia y de la sociedad, apuntes para un libro (1858, 1.ª ed.; ampliada luego en la segunda bajo el título La mujer, apuntes para un libro, (Madrid: A. de San Martín, 1861); y luego íd, íd, 1864, etc.), La verdad del progreso (A. de San Martín, 1862), Artículos sobre la función religiosa de la Rosa de oro (1868)  Viaje de Sus Majestades a Portugal y Discursos literarios, además de Roma (Impr. y Estereotipia de M. Rivadeneyra, 1873) para algunos su mejor obra; cuando lo sorprendió la muerte, preparaba un trabajo sobre el Tribunal de la Inquisición y una Historia de las Universidades Españolas que no llegó a ver impresos, aunque al parecer había recogido muchos materiales para ambas obras. Sí está publicado, en cambio, su discurso de entrada en la Real Academia de la Lengua, institución en la que ingresó en 1861 con la disertación La gramática de la lengua castellana tiene más de semítica que de latina (Establecimiento tipográfico de Luis García, 1861), contestada por el dramaturgo Tomás Rodríguez Rubí




Hilario Priego Sanchez-Morate y José Antonio Silva Herranz, Diccionario de Personajes Conquenses, Cuenca, Excm.ª Diputación, 2002.


Base documental d'Història Contemporània de Catalunya.


VV. AA. Diccionario de Historia de España. Madrid: Alianza Editorial. (1979) 2.ª ed., 3 vols., p. 910.


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