Juan Maldonado (Bonilla de Huete, Cuenca, 1485 - 1554), al que no hay que confundir con el jesuita algo posterior Juan de Maldonado, fue un humanista e historiador del Renacimiento y uno de los principales introductores de las ideas de Erasmo de Rotterdam en España.
Se crió en Burgos, siendo «diestro en lanzar el dardo y veloz en la carrera». En Salamanca, de donde eran sus antepasados, cursó tres años de Derecho Canónico y Civil, pero en 1505 lo dejó para seguir su verdadera vocación, que eran las Humanidades. Por entonces Salamanca era el centro de estudios más libre y avanzado de Europa, porque se explicaba en ella a un Copérnico prohibido en París y Oxford y se debatían allí las bases de la futura economía internacional, del Derecho de Gentes y la licitud de la conquista de América y la manera de llevarla a cabo. Tras estudiar Artes y Derecho y ser discípulo de Antonio de Nebrija, experimentó la influencia de los humanistas Christophe de Longueil, de quien fue amigo, y Lucio Flaminio Sículo, quien lo convenció para que se transformarse en profesor de lenguas clásicas. Más tarde (1510) se trasladó a Burgos, se ordenó sacerdote y de allí pasó por diez años a Frechilla (Palencia), donde obtuvo una capellanía. Protegido siempre por el corregidor Diego de Osorio, volvió a Burgos, a la capellanía de la iglesia de la Visitación (en cuyo suelo se puso un epitafio a su muerte) y ocupó cargos como el de examinador de sacerdotes en la curia burgalesa y preceptor de un sobrino del obispo; en 1532 ocupó una cátedra de Gramática y pasó así a cobrar del erario público. Después es cuando lo nombraron vicario general de su diócesis.
En Burgos entró en contacto con el Erasmismo a través de Diego del Castillo, pues, como relata el propio Juan Maldonado, ya hacia 1526 circulaban en Burgos los Colloquia de Erasmo en español y, pocos años después, se había generalizado en España la lectura del resto de sus obras gracias al poderoso grupo de presión erasmista de la Corte integrado por otros conquenses como los hermanos Juan y Alfonso de Valdés. El mismo Maldonado se carteó con Erasmo. Habiéndose ganado la protección de Diego Osorio, de quien después hablaremos, hacia 1532 lo nombraron preceptor de doña Mencía de Mendoza, una noble por la que sintió un gran afecto y que compartió con Maldonado la afición a las lenguas clásicas y las ideas erasmistas, hasta el punto de que esta dama fue mecenas de otro erasmista, el valenciano Luis Vives. No se ha investigado hasta qué punto pudo afectarle la caída del poder del grupo erasmista hacia el final de su vida.
En Burgos entró en contacto con el Erasmismo a través de Diego del Castillo, pues, como relata el propio Juan Maldonado, ya hacia 1526 circulaban en Burgos los Colloquia de Erasmo en español y, pocos años después, se había generalizado en España la lectura del resto de sus obras gracias al poderoso grupo de presión erasmista de la Corte integrado por otros conquenses como los hermanos Juan y Alfonso de Valdés. El mismo Maldonado se carteó con Erasmo. Habiéndose ganado la protección de Diego Osorio, de quien después hablaremos, hacia 1532 lo nombraron preceptor de doña Mencía de Mendoza, una noble por la que sintió un gran afecto y que compartió con Maldonado la afición a las lenguas clásicas y las ideas erasmistas, hasta el punto de que esta dama fue mecenas de otro erasmista, el valenciano Luis Vives. No se ha investigado hasta qué punto pudo afectarle la caída del poder del grupo erasmista hacia el final de su vida.
OBRAS
Maldonado escribió siempre en latín géneros propios del Humanismo de su tiempo, como la Comoedia Hispaniola, rerpesentada para Leonor cuando era reina de Portugal. En los diálogos de esta obra teatral utilizó con acierto registros coloquiales en el lenguaje utilizado por los personajes.
El Pastor bonus (El buen pastor, c. 1529) contiene una aguda crítica del propósito de lucro y la búsqueda de placeres mundanos de los eclesiásticos, aspectos que —según muestra esta obra— prevalecían sobre lo que debiera ser la principal preocupación del buen pastor o sacerdote, el cuidado de su grey, en lo que se muestra un buen seguidor de Erasmo.
En su Paraenesis ad politiores litteras adversus grammaticorum vulgum (Exhortación a las buenas letras contra la turba de los gramáticos, 1529), conocido como Paraenesis ad litteras, expresa su preocupación por una buena enseñanza del latín clásico e insta a la modernización del estudio de esta lengua, pues consideraba la filología como la clave necesaria para tener acceso a cualquier rama del saber humano, también en la línea erasmiana, repitiendo el tópico del canon de gramáticos nefastos que le había transmitido Nebrija.
Eremitae (Los eremitas) es descrito por el propio Maldonado como un «opúsculo verdaderamente muy útil para el ejercicio de la lengua latina y lleno de toda clase de enseñanza». En esta obra, que pese a su apariencia de diálogo ciceroniano alberga una índole descaradamente teatral (es muy cómico el pasaje en que se refiere como Álvaro, enamorado, es cubierto de pies a cabeza de inmundicias por un ¡agua va! cuando hace la ronda nocturna a su novia) alternan diálogos y monólogos bajo el tópico horaciano del beatus ille, entre dos importantes soliloquios: el del ermitaño protagonista Alfonso, que abre la obra, y el de Álvaro, eremita poco acostumbrado a fatigas, que la cierra. Muchos de sus monólogos toman contenido autobiográfico y otros personajes disertan sobre temas variopintos, aunque siempre predomina el tópico rechazo de la ciudad y la alabanza del campo.
Entre otras razones, el contenido picaresco y los matices autobiográficos llevaron a Colahan y Rodríguez (1995) a postular a Juan Maldonado como autor del Lazarillo de Tormes, si bien los indicios modernos se inclinan a otorgar ya con mucha probabilidad esta obra a Diego Hurtado de Mendoza.
Entre otras razones, el contenido picaresco y los matices autobiográficos llevaron a Colahan y Rodríguez (1995) a postular a Juan Maldonado como autor del Lazarillo de Tormes, si bien los indicios modernos se inclinan a otorgar ya con mucha probabilidad esta obra a Diego Hurtado de Mendoza.
También en latín escribió una crónica acerca de la Guerra de las Comunidades (1520-1521) titulada De motu Hispaniae. La obra se completó poco después de los hechos, en 1524, y se halla sembrada de reminiscencias de Cicerón y Salustio; se echa de ver que contó con la protección de al menos dos mecenas, Pedro de Cartagena y Diego Osorio, que aparecen muy alabados en la obra, en especial este último, del que se subraya la lealtad al monarca frente a la postura comunera de su medio hermano, el obispo de Zamora Antonio de Acuña. Por su concepto de la historia pertenece por completo al Renacimiento, no ya por su carácter humanístico y su laicismo, sino porque carece del característico providencialismo de la historiografía castellana. Convencido del valor de la retórica en la vida pública, intercala discursos en su historia como hacen los historiadores clásicos grecolatinos. La obra conoció una traducción al castellano muy posterior por parte del sacerdote y bibliotecario de El Escorial José Quevedo (quien incorporó además algunas notas y una introducción), El Movimiento de España, ó sea, Historia de la Revolución conocida con el nombre de las Comunidades de Castilla (Madrid: Imprenta de D. E. Aguado, 1840), que puede leerse aquí. Una reimpresión de esta traducción con el título de La revolución comunera fue hecha por Valentina Fernández Vargas, para Ediciones del Centro (1975). También es accesible una edición moderna en el Centro de Estudios Constitucionales de Madrid al cuidado de María Ángeles Durán Ramas (1991) bajo el título Levantamiento de España.
Cabe señalar también un curioso escrito que contiene una de las primeras ficciones de un viaje a la Luna, el Somnium (escrito en 1532, cuando se veía el cometa Halley, aunque publicado en sus Quaedam opuscula de 1541, cien años antes que el Somnium de Kepler y muchos más que el de Atanasius Kirchner), por poner en correlato con otros viajes similares de otros escritores manchegos posteriores del XVIII, como el Viaje estático al mundo planetario de Lorenzo Hervás y Panduro (conquense, como él) y, en especial, Antonio Marqués y Espejo y su Viaje de un filósofo a Selenópolis. En efecto, como en la obra de Marqués, se trata de una utopía, aunque no ilustrada y burguesa como la del de Gárgoles, sino humanística y erasmiana, inspirada en el tópico del Somnium scipionis de Cicerón al final de su República. Narra el clérigo volador cómo en la noche del 14 al 15 de octubre de 1532, tras medianoche, se dispuso a esperar la salida del cometa en la torre de las murallas de Burgos junto a la ceca y se quedó dormido; en sueños recibe la visita de la prócer burgalesa Dª. María de Rojas, hija de su mecenas Diego de Osorio, fallecida recientemente, quien le hace contemplar otras ciudades y países.
Más adelante añade:
Y sigue la narración:
La narración es realista en todos los detalles y presenta el viaje como factible. Según la teoría aristotélica sobre los sueños, que algo influyó también en San Juan de la Cruz y se enseñaba en Salamanca, un cierto tipo de sueños responde a las preocupaciones que uno tiene y a lo que se piensa cuando se empieza uno a dormir. Cuando María y Juan llegan al satélite, ella le dice:
El suelo era florido y lozano y abundaban huertos con árboles frutales y plantas aromáticas de bellas flores. El sacerdote se extasía y expresa que no concibe nada más dulce y placentero que vivir allí. La dama le responde que eso mismo podría haber en la Tierra si los hombres no se apartaran de las normas de la naturaleza y la ley divina. Una utopía moral y política erasmista, como expone Augusto Uribe, pseudónimo del erudito Agustín Jaureguízar, un híbrido de vasco y manchega de Piedrabuena, a quien sigo principalmente en esta recensión. Quien desee conocer más detalles de esta fascinante utopía, acuda a su portal.
—Puesto que te gusta remontar a menudo el vuelo de tu mente a lo más sublime, velando por rastrear las estrellas y las órbitas celestes, me vas a acompañar para que puedas entender a fondo cómo vuestras mentes, nubladas por la ignorancia, yerran en el mismo grado en que están dejadas a la podredumbre de la carne.
Más adelante añade:
—Pero ahora dejemos el globo terráqueo. Levanta hacia arriba tu mente y tus ojos.
Y sigue la narración:
Miré hacia la Luna y quedé asombrado de su tamaño. Estábamos en aquella región del espacio que hay entre la Tierra y la Luna. Su tamaño era aparentemente igual al de la Tierra, la cual, en aquellos lugares en que los mares la cubren, comenzaba ahora a brillar por el oriente con los reflejos del Sol. De la misma forma que la Luna se mostraba menguada y con cuernos, así el océano que rodea las tierras lucía también un poco arqueado y formando cuernos.
La narración es realista en todos los detalles y presenta el viaje como factible. Según la teoría aristotélica sobre los sueños, que algo influyó también en San Juan de la Cruz y se enseñaba en Salamanca, un cierto tipo de sueños responde a las preocupaciones que uno tiene y a lo que se piensa cuando se empieza uno a dormir. Cuando María y Juan llegan al satélite, ella le dice:
—¿No te acuerdas de esas manchas que a vosotros os parecen la nariz y los ojos de la Luna? [...] Pues bien, la nariz y los ojos corresponden a regiones habitables. Lo que brilla alrededor es un mar de aguas que, al reflejar la luz del Sol, ilumina vuestras noches. Nosotros estamos ahora en el ojo izquierdo.
El suelo era florido y lozano y abundaban huertos con árboles frutales y plantas aromáticas de bellas flores. El sacerdote se extasía y expresa que no concibe nada más dulce y placentero que vivir allí. La dama le responde que eso mismo podría haber en la Tierra si los hombres no se apartaran de las normas de la naturaleza y la ley divina. Una utopía moral y política erasmista, como expone Augusto Uribe, pseudónimo del erudito Agustín Jaureguízar, un híbrido de vasco y manchega de Piedrabuena, a quien sigo principalmente en esta recensión. Quien desee conocer más detalles de esta fascinante utopía, acuda a su portal.
BIBLIOGRAFÍA
Del autor:
De felicitate christiana, Praxis sive de lectione Erasmi. Burgos: 1541.
De motu Hispaniae. 1522; Roma, 1572. Traducida por José Quevedo como El Movimiento de España, ó sea, Historia de la Revolución conocida con el nombre de las Comunidades de Castilla (Madrid: Imprenta de D. E. Aguado, 1840) y reimpresa como La revolución comunera: El movimiento de España, o sea historia de la revolución conocida con el nombre de las Comunidades de Castilla. Fernández Vargas, Valentina. (ed.); [Madrid]: Edic. del Centro, [1975]
Hispaniola (comedia latina). Valladolid, 1525
Quaedam opuscula nunc primum in lucem edita Burgos: Juan de Junta, 1541
Paraenesis ad litteras. Burgos, 1529
Sobre el autor:
Del autor:
De felicitate christiana, Praxis sive de lectione Erasmi. Burgos: 1541.
De motu Hispaniae. 1522; Roma, 1572. Traducida por José Quevedo como El Movimiento de España, ó sea, Historia de la Revolución conocida con el nombre de las Comunidades de Castilla (Madrid: Imprenta de D. E. Aguado, 1840) y reimpresa como La revolución comunera: El movimiento de España, o sea historia de la revolución conocida con el nombre de las Comunidades de Castilla. Fernández Vargas, Valentina. (ed.); [Madrid]: Edic. del Centro, [1975]
Hispaniola (comedia latina). Valladolid, 1525
Quaedam opuscula nunc primum in lucem edita Burgos: Juan de Junta, 1541
Paraenesis ad litteras. Burgos, 1529
Sobre el autor:
ALONSO ASENJO, Julio, «Panorámica del teatro humanístico-universitario del Renacimiento hispánico», publicado como «Panorama del teatro estudiantil del renacimiento español», en M. Chiabò y F. Doglio (eds.), Spettacoli studenteschi nell' Europa Umanistica, Roma, Torre d'Orfeo Editrice, 1998, págs. 151-191. Actas del XXI Convegno Internazionale del Centro Studi sul Teatro Medioevale e Rinascimentale (1997).
COROLEU, Alejandro, «Humanismo en España», en Jill Kraye (ed.), Introducción al Humanismo del Renacimiento, Madrid, Cambridge University Press, 1998, págs. 295-330. ISBN 978-84-8323-016-9.
MARTÍNEZ MATA, Emilio et. al., Bibliografía en resúmenes de la literatura española: (artículos), 1995, Universidad de Oviedo, 2000, pág. 54. Reseña del artículo de Colahan y Rodríguez (1995) que propone a Juan Maldonado como autor del Lazarillo de Tormes. ISBN 9788483171646.
PEINADOR MARÍN, L. J., «Un diálogo del siglo XVI español: Eremitæ de Juan Maldonado», Criticón, 52, 1991, pp. 41-90.
ASENSIO, Eugenio y Juan Francisco Alcina Rovira, «Parænesis ad litteras». Juan de Maldonado y el Humanismo español en tiempos de Carlos V, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1980.
COLAHAN, Clark y Alfred Rodríguez, «Juan Maldonado and Lazarillo de Tormes», Bulletin of Hispanic Studies, LXXII, 3, 1995, págs. 289-311.
DURÁN RAMAS, María Ángeles (ed. lit.), Juan Maldonado, Comœdia Hispaniola [1519] / La Española, Barcelona, Bosch, 1983.
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