Gracias a un muy interesante recentísimo estudio de mi colega en Toledo María del Carmen Vaquero Serrano, que he leído en una hora (M.ª del Carmen Vaquero Serrano "El desdichado [poeta] Don Lorenzo Laso» Vida del primogénito de Garcilaso de la Vega", Lemir 15 (2011): 59-134), he venido a saber bastante más sobre uno de los hijos de nuestro manchego Garcilaso de la Vega que también fue poeta.
Ya sabíamos que el príncipe de los poetas líricos españoles tuvo entre cuatro y seis amantes, según Gregorio Marañón. De una de ellas, de muy buena cuna, doña Guiomar, una comunera, tuvo un hijo natural, quizá también una hija; lo reconoció en su testamento, y dejó para él una manda para que estudiase derecho canónico o, si no quisiere ser sacerdote, derecho civil.
Vaquero ha reconstruido su biografía, empleando la paciencia china que todos los biógrafos sabemos que hay que tener para estos menesteres. El chico debió nacer hacia 1520, estudió mucho y alcanzó a ser un poeta notable, que recuerda con estima en sus Elegías de varones ilustres de Indias Juan de Castellanos como "el desdichado don Lorenzo Lasso". Lo fue ciertamente, porque murió muy joven, degollado con unos treinta años, quizá más en 1550 en Santo Domingo, por haber asesinado a su suegro, una persona detestable, por demás. Tuvo fama de poeta satírico y acaso pudo ser desterrado por ello de Valladolid, yendo a parar quizá a Orán. Al parecer fue acusado de practicar las artes ocultas (se le encontraron entre sus posesiones los De occulta philosophia libri tres del famoso ocultista Enrique Cornelio Agripa de Nettesheim, prohibidos por la Inquisición y que estaban en el Index librorum prohibitorum) y era también sodomita, como atestiguó, incluso bajo leve tortura (potro, llamado entonces burro, y toca; ni siquiera se llegó a usar la cruel garrocha, aunque se insinúa, porque le ataron las manos por detrás, quizá para amenazarle con hacerlo más que para hacerlo efecticamente) un negro suyo llamado Luis, aunque al parecer tal acusación pudo ser inducida por su suegro, que le tenía una inquina terrible, creo que sé por qué, como después se verá. El tal Lorenzo Lasso era un individuo bastante violento, al parecer, pues en España asesinó a un guarda de coto en un bosque, de resultas de lo cual se habría refugiado de la justicia en las Islas Canarias y luego en Santo Domingo. Le pusieron tres pleitos, uno por posesión de libros prohibidos y nigromancia (se decía que arrojaba al fuego unos polvos de noche, a la hora de los muertos, y un humo negro se le subía al hombro con forma de muchacho y le hablaba), otro por sodomía y un tercero por asesinato; detrás de todas estas acusaciones debía estar, a mi juicio, y como se deduce de los documentos exhumados por Vaquero, su suegro, quien quizá, y sin quizá, porque eso fue lo que ocurrió enseguida después de que fuera degollado Lorenzo, quería casar a su hija con uno de los nietos de Cristóbal Colón (las mujeres castellanas y linajudas eran escasas por entonces en América) homónimo del ilustre almirante, hijo de Diego Colón, que murió en La Puebla de Montalbán, provincia de Toledo, en 1526 y casi con toda seguridad conocía a Fernando de Rojas.
Las obras de Lorenzo Lasso que han quedado son muy pocas para juzgar de su mérito; era un humanista, según se puede juzgar por los escasos libros que tenía en Santo Domingo, casi todos en latín, y por el hecho de que escribiera un perqué perdido en dicho idioma, pero también por los que declara haber leído también en Castilla, entre ellos algún otro de Cornelio Agripa que no estaba en el Índice. Muy curioso es que tuviera en América los citados De occulta philosophia de Agripa y los Colloquia de Erasmo, ciertamente un autor perseguido, aunque él declara que sólo estaba perseguida la versión en romance y no la en latín y que los libros de Agripa se los prestó un cura. Vaquero localiza y transcribe además los dos únicos poemas suyos que han quedado, que copio:
I
De don Lorenzo Laso de la Vega.
A la pobreza
Yo no sé qué vían en la pobreza
los antiguos, que tanto la loaron
y la pusieron en tan grande alteza.
Amaron la riqueza, y procuraron
de darnos a entender que no la amavan
porque era niña quando la trataron;
que en aquel siglo de oro, como davan
los campos de comer sin ser arados,
las galas y ornamentos no se usavan.
No se usavan çercillos ni tocados,
saínos, sayas, cotas, nazarenas,
saboyanas, vasquiñas, verdugados,
sino la que tenía las piernas buenas
y las que malas las traían de fuera:
Quiçá como era entonces primavera,
que todo estaba en flor, les paresçia
hermosa y niña la que grande y fiera.
Esta mudança vemos cada día:
quien fue niño hermoso es hombre feo,
nesçio el que por discreto se tenía.
Mas si aora vivieran, yo no creo
que pudieran loalla si la vieran
tan cerca como aora yo la veo.
Si quisieran comer y no pudieran,
no fuera de asco, avnque es bien asquerosa,
ni de otra enfermedad que´llos tuvieran:
larga, flaca, descalsa y handraxosa,
triste, importuna, desgraçiada y fea,
ladrona y, do no cumple, vergonçosa.
Nunca yo de mis ojos más la vea,
que ya más que de pan della estoi harto:
désela Dios aquel que la desea.
Pobreza, pues que yo de ti me `parto,
apártate de mí, ama a quien te ama;
al Perú por no verte más me parto.
Tenido te he en mi mesa y en mi cama
más tiempo que quisiera, y padesçido
por ti riesgo en mi vida y en mi fama.
Ahora de ti libre y ofendido,
házeseme gran cargo de conçençia
no avizar al que no te á conosçido.
Al moço y al que no á hecho yspirençia,
entre quantas dolencias oi se saben,
la pobreza es la más graue dolencia.
Quartanas, lepra, bubas, no se alaben
por grandes males ante la pobreza,
pues todos juntos dentro della caben.
Dirán de[s]pués: Pobreza no es vileza.
¿Pues quién haze los viles coraçones
haziéndoles tentar qualquier baxeza?
La pobreza nos haze ser ladrones;
la pobreza nos haze ser tranposos
y daña las humanas condiciones.
La pobreza nos haze sospechosos
y somos de las gentes enemigos;
la pobreza nos haze ser odiosos.
Esta haze que os dexen los amigos;
Esta quita del mundo los plazeres
y quita autoridad a los testigos.
Esta haze incazables las mujeres;
linaje y hermosura esta lo gasta;
a nadie agradas mientra pobre fueres.
Si eres rica, avnque seas de la casta
de Benxamí[n], avrá mil que te pidan;
sé nesçia y fea: si eres rica, basta.
Al pobre pocas vezes le combidan;
al pobre no le admiten en consejo;
al rico no ayáis miedo que le `npidan.
Cuitado del que pobre llega a viejo,
y para mantenerse faltan fuerças,
y hambre es enemiga de consejo.
¡O, pobreza cruel, a quántas fuerças
que vendan mal su lealtad preçiada,
y para mal las ánimas da fuerças!
Pues la que de ti fuere aconsejada,
¡o, muy cruel, pobreza, consejera!,
si te escuchare nunca será honrada.
Tú derramas tristezas donde quiera
que llegas, y los que eran plazenteros
pierden aquella propiedad primera.
Propia cosa es miseria do no ai dineros,
como la falsedad en los notarios
y çediendo cudiçia en los logreros.
¿Pues quiénes no serán de ti adversarios,
si tú de gentes eres sepoltura?
¡O, quántos por no verte son cosarios!
Así es propria de pobres la tristura,
y por eso me´spanto a quien le aplaze
la pobreza con su triste figura.
Qualquier cosa que´l pobre dize y haze
es asco a la del rico comparada,
y así en nada el que´s pobre satisfaze.
La palabra del pobre luego enfada
porque sus gracias y primores van
mesclados con pobreza, que no agrada.
Los donaires que el hombre rico dan
nombre de dezidor y de graçioso,
le suele dar al pobre de truhán,
y al fin fin, la pobreza es mal rauioso.
II
Don Lorenço Laço estando beuiendo vn jarro de agua acíbar, de jugar a las cañas a la puerta de vna dama, la qual estaua ençima en vna ventana, y acabado de beuer, la vio y dixo esta copla:
Milagro fue, no lo niego,
convertir el agua en vino,
mas vuestro mirar diuino
convertió en mí el agua en fuego
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